viernes, 7 de julio de 2017

Identificaron los restos de cuatro desaparecidos en el Pozo de Vargas

El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó a Juan Carlos Di Lorenzo, Miguel Angel Figueroa, Osvaldo José Gregorio Giribaldi y Antonio Domingo Paz.

Miembros del Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán trabajando en el Pozo de Vargas. Foto: CAMIT.

Cuatro personas desaparecidas por la última dictadura cívico militar fueron encontradas en la fosa de inhumación clandestina conocida como Pozo de Vargas, ubicada en avenida Francisco de Aguirre al 4.500, en San Miguel de Tucumán. Se trata de Juan Carlos Di Lorenzo, Miguel Angel Figueroa, Osvaldo José Gregorio Giribaldi y Antonio Domingo Paz.

El hallazgo y posterior identificación de los restos de los desaparecidos pudieron hacerse a partir del trabajo del Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT), responsables de la intervención forense y el trabajo conjunto con la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas (ILID)- Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

La identidad de los últimas cuatro personas identificadas fue divulgada este lunes por el Centro de Información Judicial, dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a pedido del Juzgado Federal 2 de Tucumán a cargo del juez Fernando Poviña. Contando estos nuevos hallazgos, hasta la fecha son 65 los hombres y mujeres identificados en el Pozo de Varga

Según el informe del Juzgado Federal 2 de Tucumán, la desaparición de Di Lorenzo fue denunciada el 6 de noviembre de 1976 y su caso quedó registrado en el legajo Conadep 6093; la  de Figueroa el 22 de junio de 1976, legajo Conadep 6202; la de Giribaldi el 28 de mayo de 1976, legajo Conadep 2495 y la de Paz el 9 de enero de 1976, legajo Conadep 4910.

En tanto, desde el CAMIT continúan la campaña de difusión para que los familiares de desaparecidos se acerquen a dejar su muestra de sangre, paso fundamental para lograr futuros cotejos de ADN. Para ello deben comunicarse al teléfono 0800-333-2334 (Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas).

lunes, 12 de junio de 2017

Identifican a otras 19 víctimas en el Pozo de Vargas

La fosa clandestina de Tucumán sigue aportando información a la memoria. Las víctimas fueron individualizadas mientras aún restan 30 víctimas por identificar. Y que se habiliten las partidas para terminar el trabajo antropológico.
Pablo Roesler

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y el Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT) identificaron los restos de otras 19 personas que fueron víctimas del terrorismo de Estado sepultadas en el Pozo de Vargas, la fosa común clandestina que la dictadura cívico militar -y antes los militares del Operativo Independencia- utilizaron para desaparecer personas. Los nombres elevaron el listado de personas sepultadas en el pozo a 105, y aún está pendiente que el Concejo de la Magistratura habilite las partidas para trabajar sobre otra porción de terreno del predio ubicado en las afueras de la capital tucumana.

Las víctimas identificadas fueron Armando Archetti, Dardo Exequiel Arias, Julio César Campopiano, René Armando Castellano, Alba Luz Consentino, Federico Aldolfo Furth, Néstor Ubaldo Herrera, María Trinidad Iramain, Félix Daniel López, Angel Vicente Manfredi, Julio Antonio Martín y Angel Alfonso Madina. También Humberto Rubén Ponce, Pedro Rodoletto, María Teresa Sánchez, Juan Carlos Trejo y Hugo Arnaldo Vega. Los antropólogos, además, identificaron restos de Ricardo Alberto Pisculichi o de su hermano Rolando Jesús Pisculichi, quienes son indistinguibles desde el punto de vista genético.

El Pozo de Vargas es un viejo pozo de agua ubicado en un descampado localizado en Tafí Viejo, a unos seis kilómetros del centro de la capital San Miguel de Tucumán, que los genocidas convirtieron en una fosa común para ocultar sus crímenes. Ese destino le fue otorgado antes de la dictadura, cuando en 1975 el Ejercito Argentino llevó a cabo en esa provincia el Operativo Independencia, que tuvo el objetivo de exterminar la guerrilla y fue el preludio del terrorismo de Estado que se extendería a toda el país el 24 de marzo de 1976. La tumba clandestina funcionó hasta 1979 y en 2015 fue declarado sitio de Memoria.

Las identificaciones se produjeron mientras se lleva a cabo el juicio por la megacausa Operativo Independencia, que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán comenzó el 5 de mayo del año pasado contra diez ex militares, nueve ex policías y un ex gendarme por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 270 víctimas.

El fiscal federal Pablo Camuña, coordinador de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad de Tucumán, recordó que en ese debate el jueves declaró el perito Ruy Zurita, integrante del CAMIT, y en su presentación sobre el trabajo realizado en el Pozo de Vargas confirmó que “se recuperaron 37.000 fragmentos de restos óseos”, así como "más de 100 proyectiles, prendas de vestir, anillos y vendas”.

Camuña también recordó lo dicho sobre que los equipos de antropología forense habían logrado identificar en el Pozo a 87 víctimas de desaparición forzada, de las cuales cerca de 20 fueron asesinadas antes del golpe de Estado. Y resaltó un dato: “alrededor de 30 individuos y perfiles genéticos no dieron aun resultado en los cruces con el Banco Nacional de Datos Genéticos“.

El firscal recordó que Zurita le dijo al tribunal que “para esconder el pozo se usaron 160 camiones de escombros, se encontraron restos de ácido, cal y uso de fuego", y que aún resta trabajar “sobre los últimos 7 metros del Pozo de Vargas", para lo cual aclaró que el Consejo de la Magistratura debe habilitar los fondos.






Identifican los restos de 19 desaparecidos en el Pozo de Vargas
Se determinaron las identidades de Pedro Rondoletto, Julio César Campopiano y Federico Adolfo Furth, entre otros.
09 Jun 2017 14 1603
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"EL HORROR ME ATRAVIESA". Marta Rondoletto halló a sus cinco familiares desaparecidos en el Pozo de Vargas; busca a su sobrino, un bebé que podría haber nacido en cautiverio. ARCHIVO LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA
Diecinueve nuevas identidades de personas desaparecidas se establecieron a partir de restos hallados dentro del Pozo de Vargas, según publicó la secretaria de Derechos Humanos de Tucumán, Erica Brunotto, en su cuenta de Facebook. De esta manera, se eleva a 105 el número de identidades confirmadas en el sitio de enterramiento clandestino.
Brunotto publicó que los identificados son: Archetti, Armando; Arias, Dardo Exequiel; Campopiano, Julio César; Castellano, René Armando; Castro, Hugo Demetrio; Cosentino, Alba Luz; Furth, Federico Adolfo; Herrera, Nestor Ubaldo; Iramain, María Trinidad; López, Felix Daniel; Manfredi, Ángel Vicente; Martín, Julio Antonio; Medina, Ángel Alfonso; Pisculichi, Ricardo Alberto o Pisculichi, Rolando de Jesús (son hermanos, siendo indistinguibles desde el punto de vista genético); Ponce, Humberto Rubén; Rondoletto, Pedro; Sánchez, María Teresa; Trejo, Juan Carlos; y Vega, Hugo Arnaldo.
La periodista y militante de derechos humanos Marta Rondoletto manifestó su dolor luego de conocer la información que salió del Pozo de Vargas. "Por lo menos ahora ya sé dónde están todos los míos. Siento que el horror me atraviesa", manifestó. Indicó, sin embargo, que continúa buscando a su sobrino, un bebé que podría haber nacido en cautiverio.
De esta manera, los cinco familiares de Marta Rondoletto que fueron secuestrados el 2 de noviembre de 1976 fueron identificados en el Pozo de Vargas. Se trata de sus hermanos Jorge (25 años) y Silvia (26), su cuñada Azucena Bermejo (23) -embarazada de cuatro meses-, y de sus padres María Cenador de Rondoletto (51 años) y Pedro (56). No hay antecedente de tantos miembros de una familia hallados en un mismo sitio de enterramiento clandestino.
El destino de parte de la familia Rondoletto fue el Pozo de Vargas

El Colectivo de Antropología, Memoria e Identidad de Tucumán (Camit) y el Equipo Argentino de Antropología Forense trabajan en conjunto para recuperar los restos del pozo y para establecer las identidades de las víctimas. 
El fiscal federal Pablo Camuña, coordinador de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad de Tucumán, confirmó que hasta la fecha se recuperaron 37.000 fragmentos de restos óseos, además de 100 proyectiles, prendas de vestir, anillos y vendas. "Resta aún trabajar sobre los últimos siete metros del Pozo de Vargas. El Consejo de la Magistratura debe habilitar fondos para ese trabajo", indicó en su cuenta de Twitter.






Qué es el Pozo de Vargas
El ducto de ladrillos es centenario y está ubicado en una finca, perteneciente a la familia Vargas. Abastecía a las máquinas a vapor. Se cree que fue usado entre 1975 y finales de los ‘70 por las fuerzas represivas para ocultar cadáveres de secuestrados que fueron asesinados.

El Pozo de Vargas fue declarado como Sitio de Memoria en diciembre de 2015, cinco años después de la primera identificación de un desaparecido: el ex senador peronista Guillermo Vargas Aignasse. Desde entonces, salieron a la luz decenas de indicios y pruebas de que ese lugar era un sitio de enterramiento clandestino.
En el lugar se trabaja desde 2002, aunque con interrupciones en los primeros años. Desde 2009, las labores son continuas. Una vez por semana se efectúan extracciones y una vez al mes, el material es enviado al Equipo Argentino de Antropología Forense.

jueves, 2 de marzo de 2017

Don Díaz, 94 años : No falta a ninguna audiencia

Don Díaz tiene 94 años, dos hijos desaparecidos y no se ha perdido ni una audiencia de los juicios por delitos de lesa humanidad 

Francisco Rafael Díaz tiene hoy 94 años.  Ha vivido la historia argentina reciente. Vivió durante la década infame, vivió el ascenso de Juan Domingo Perón y desgraciadamente las múltiples dictaduras. Vivió el regreso a la democracia, vivió el menemismo y hoy, vive el juicio de lesa humanidad “Megacausa Arsenales y Jefatura de Policías”.

Don Díaz, como se refiere a él toda la comunidad de familiares de víctimas, fue secuestrado por la dictadura en 1975  y 1976 en dos episodios y en ambos fue liberado. Su hijo –también llamado- Francisco Rafael Díaz fue secuestrado en 1978.
Don Díaz está presente en el Tribunal Oral Federal de la ciudad de San Miguel de Tucumán, llueva, truene o hagan los cuarenta grados de calor del verano. Siempre llega primero y es de los últimos en irse. Tiene su propio asiento, y al asiento de él nadie lo toca. Él declaró como testigo víctima por su propia causa y por su hijo, que fue visto en Jefatura de Policía y permanece desaparecido.






sábado, 4 de febrero de 2017

Operativo Independencia: la continuidad de las historias

Febrero de 2017. La vuelta de la feria judicial marca el reinicio de uno de los juicios por delitos de lesa humanidad más grandes del noroeste argentino: la megacausa Operativo Independencia. A lo largo del año pasado se escucharon alrededor de 300 declaraciones testimoniales tanto en la sala de audiencias como en domicilios particulares. De los 20 imputados iniciales, quedan en el banquillo 18. Enrique Benjamín Bonofacino fue separado durante las primeras audiencias por razones de salud mental y Casiano Pedro Burtnik falleció en setiembre del año pasado.

Entre las últimas historias que se reconstruyeron en la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal estuvo la de Carmen Gómez y Héctor Hugo Gargiulo. El matrimonio fue secuestrado la madrugada del 5 de marzo de 1976. Aquella noche se habían quedado en la casa de la madre de Carmen. “Escuché la voz de mi hermana y el bebé lloraba sin consuelo”, dijo Graciela Gómez mientras declaraba en la última audiencia de diciembre del año pasado. El bebé, hijo de Carmen y Héctor, tenía en aquel momento alrededor de un mes. Graciela describió los gritos, la camisola de flores amarillas que llevaba puesta su hermana. “No le hagan nada a la Cachita”, recordó que les dijo a los captores. “Avergonzada porque les rogaba a secuestradores energúmenos”. Cachi le decían a Carmen Gómez, que aquella noche les pidió ponerse un abrigo. Se lo negaron. “Me hice mucho problema después pensando que ella podía estar pasando frío”, dijo Graciela que hasta la fecha sigue buscando a su hermana y su cuñado.

De la casa de la familia Gómez se robaron cuanto objeto de valor encontraron. “Cachi se pasaba sacándole fotos a Pablito”, comentó Graciela después de contar que también se llevaron la cámara de fotos. “Nos hemos perdido la mirada que ella había tenido de su hijo”, agregó la mujer. Más de 41 años después, Graciela repasó cada detalle de esa madrugada. Sentado a su derecha, Pablito la escuchaba atentamente. Le hacía las preguntas precisas y le daba los tiempos necesarios para que ella diga. El hijo de Carmen y Héctor escuchó de la boca de sus tíos y su abuela los detalles que él no recuerda a pesar de haber estado presente. Pablo Gargiulo es el abogado querellante que lleva adelante la causa del secuestro y desaparición de sus padres.

“Ha sido terrible. Ha sido devastador. Yo todavía me acuerdo cuando nos sentamos alrededor de la mesa y ninguno podía hablar”, dijo Graciela mientras traía al presente cómo vivieron los días posteriores. “Es como que de golpe te borren el piso”, agregó como quien no encuentra palabras para describir lo que ocurría. “Había una incerteza total. Ni siquiera pensábamos en hacer planes porque el mundo había cambiado totalmente”, siguió Graciela. “Es una sensación como que todo es gris, desaparecen los colores. Nada vuelve a ser lo mismo”.
La persona más valiente
Fotografía de elena nicolay

Fotografía de elena nicolay

Marta Lía Ceridomo de Gómez entró a la sala de audiencias con la mirada en alto. Su cuerpo menudito llenó el recinto con una presencia absoluta. Martita Gómez, le dicen. Su nombre es sinónimo de lucha, militancia y compromiso. Fue una de las primeras Madres de Plaza de Mayo en Tucumán. Para Pablo Gargiulo fue su madre, una relación que poco parece haber cambiado aunque hoy sepa que esa mujer es su abuela. “¿Qué tal, Marta?” la saludó antes de empezar a hacerle las preguntas. “Debe ser la primera vez que le digo así”, agregó el abogado como jugando una pulseada con el hijo-nieto.

Marta habló de su hija Carmencita. De la pequeña que tardó más que sus hermanos en aprender a hablar. “Era una familia donde el sol salía todos los días”, dijo y la imagen de los colores borrados que había dejado Graciela tomó más fuerza. Repasó los nombres de aquellas madres con las que se encontró en la plaza Independencia de la capital tucumana. Los encuentros y las búsquedas a las que no renunciaron nunca por más infructuosas que pareciesen. “Sin la lucha de los familiares ustedes no estarían aquí, juzgando”, les dijo a los jueces con esa firmeza y esa fuerza que todos le conocen pero que no dejan de sorprender.

Martita se casó con apenas 17 años. “Nuestra escuela fue cortada, yo por mi casamiento y mi marido por la guerra”, dijo tratando de explicar por qué para ellos era tan importante que sus hijos estudien. “Es posible que les hayamos hecho un mal”, soltó más como ironía que como aseveración. “Porque sabiendo pensar…”, agregó y no hizo falta más aclaraciones.

Al finalizar la declaración de Marta Lía Ceridomo de Gómez la sala explotó en aplausos. Los abrazos en la puerta parecían eternos. El silencio del sector que apoya a los imputados fue inesperado, aunque tampoco debería sorprender tanto ante tamaño testimonio. “Solo quiero decirle algo”, había dicho Pablo Gargiulo antes que Marta termine de declarar. “Usted es la persona más valiente que yo conozco”.

El fin de la feria judicial de enero marca el reinicio de las audiencias. Este viernes 3 de febrero se tomará la primera declaración testimonial del año, pero se realizará en el domicilio del testigo. El próximo jueves 9 y viernes 10 las audiencias se reanudarán en la sala del Tribunal Oral Federal. Quedan apenas dos o tres meses de un juicio histórico. Histórico no solo por el número de víctimas, que ascienden a 270, sino también por ser el primero en el que se juzgan los delitos de lesa humanidad cometidos antes del golpe de Estado, en lo que se conoce como el ensayo del genocidio, la antesala de un plan sistemático pergeñado para desaparecer personas e ideales.

martes, 24 de enero de 2017

Tucumán, el Pozo de Vargas : La masacre que quisieron ocultar

Ya rescataron a 117 víctimas de la dictadura arrojadas en el Pozo de Vargas
Hasta fines del año pasado, 87 personas fueron identificadas, mientras que falta determinar la identidad de otras 30 en la espera de las muestras de sangre de los familiares.

Son 24 mujeres y 92 hombres las personas que ya fueron rescatadas en el Pozo de Vargas,  de acuerdo al último informe que elevó el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) al juez Federal Nº2, Fernando Poviña, quien está a cargo de la investigación del enterramiento clandestino que se utilizó para ocultar los cuerpos de las víctimas asesinadas durante la última dictadura militar.

En ese escrito, al que tuvo acceso DocumentoTV.com, también se aclara que existe una persona a la que no se pudo determinar su género, con lo cual suman 117 las personas rescatadas. De ese total, 87 pudieron ser identificadas mediante los estudios de ADN que realizó el EAAF, mientras que falta determinar la identidad de otras 30 víctimas en espera de las muestras de sangre de sus familiares.

Aldo Gerónimo, perito del Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT) y auxiliar de la Justicia Federal, se dedicó al estudio de las víctimas y aseguró que el 30 por ciento de las 87 personas identificadas era estudiantes, docentes y no docentes de la UNT, trabajadores ferroviarios, obreros y dirigentes azucareros. Además, eran gremialistas y políticos peronistas. Las edades rondaban entre los 18 y los 63 años,  mientras que la mayoría se concentraba entre los 23 y los 35 años. Asimismo, procedían no solo de Tucumán; sino de otras provincias como Mendoza, Córdoba, Santiago del Estero, Neuquén, incluso de otros países como España, Perú y Bolivia.

Guillermo Vargas Aignasse, ex senador provincial justicialista (fue el primero en ser identificado), el ex vicegobernador Dardo Molina; la familia Rondoletto, Luis Eduardo Falú, el periodista José Eduardo Ramos y su esposa Alicia Cerrota, figuran en la lista de los 87 identificados hasta ahora en el marco de la investigación a cargo del juez Poviña.

El macabro hallazgo de la mayoría de los restos humanos se produjo entre los 27 y 31 metros de profundidad del pozo, mientras que ahora los peritos llegaron con las excavaciones hasta un nivel de 33,5 metros. Los investigadores del CAMIT estiman que el pozo tiene un piso técnico de 40 metros de profundidad, por lo que se espera que continúen este año las excavaciones hasta ese nivel.

En tanto, para lograr más identificaciones, desde la Justicia Federal recalcaron la importancia de que los familiares se acerquen para dar muestras de sangre. Para ello, pueden llamar al 0800-333-2334, a la Secretaría de Derechos Humanos  (0381) 4844000 (interno 454) o al EAAF,  03816794992.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

En homenaje a las tres militantes de HIJOS-Tucumán, fallecidas

En homenaje a las tres militantes de HIJOS-Tucumán, recientemente fallecidas:
Natalia Ariñez (de la agrupación H.I.J.O.S. Tucumán), Marianella Triunfetti (periodista del colectivo de Comunicación Popular La Palta) y Alejandra Würschmidt –docente; reproducimos el testimonio que diera en junio de 2016, Natalia Ariñez.
Operativo Independencia: justicia en las palabras de una hija
27/06/16
Fotografía de Julio Pantoja | Agencia Infoto

La sala llena. “Que pase Natalia Ariñez”, dijo el presidente del Tribunal Oral Federal Gabriel Casas. La puerta se abrió y la militante y referente de la agrupación HIJOS caminó con la cabeza erguida y la pisada firme hasta el centro de la sala. Sonreía. Nervios, satisfacción, alegría y responsabilidad parecían conjugarse en esa sonrisa. Sonriendo prestó juramento “por sus creencias”, como acostumbra enunciar el juez. “Buen día, Natalia”, la saludó el abogado querellante Pablo Gargiulo. La familiaridad con la que se dirigió a ella no era solo la de un abogado representante y su representada. Los une mucho más que eso. Los unen la historia, las luchas y sus historias.

“Soy la hija de Jorge de la Cruz Agüero. Lo que voy a contar es mi reconstrucción de los relatos de mi madre, de mi familia, de los amigos y compañeros de mi papá”, explicó la mujer que todavía no había nacido cuando Jorge fue secuestrado. Jorge tenía 17 años. Era estudiante del Instituto Técnico y estaba de novio con Silvia Sandoval. “Mi mamá estaba embarazada de tres meses.  Yo nací exactamente seis meses después del secuestro de mi papá”, detalló Natalia. Y explicó por qué sus padres no vivían juntos: “Como mi papá era menor de edad necesitaba el permiso de mis abuelos para poder casarse y la condición que pusieron mis abuelos fue que viviesen, hasta tanto se casasen, cada uno en la casa de sus padres”.

Jorge de la Cruz fue sacado de su domicilio el 13 de enero de 1976. “Mi abuela me contó que cerca de las 3:30 de la mañana, mientras estaban durmiendo, entraron personas que se identificaron como policías”, reconstruyó Natalia que había descripto palmo a palmo la disposición de cada espacio en la casa de su abuela paterna. “Rompieron la puerta, los amenazaron. Mi papá estaba durmiendo y evidentemente lo llevaron envuelto en las sábanas de su cama y no le permitieron vestirse”, agregó sabiendo que ese no era un detalle menor. Más tarde fue ella misma la que retomó ese detalle para reforzar por qué es incomprensible la excusa de una guerra.

Esa misma noche se realizaron otros operativos en los domicilios de ex estudiantes del mismo colegio al que asistía Jorge. Uno de esos operativos fue en la casa de Rafael Coria. “Entraron a su casa golpearon al padre de Rafael, pero Rafael pudo escaparse por los fondos”, contó Natalia en esta reconstrucción que hizo a partir de, como dijera al principio, los relatos de su madre, familiares y amigos. “En ese momento que escapa va a la casa de mi mamá”, dijo y explicó que la distancia entre una casa y la otra era de 12 cuadras. “Le cuenta lo que había sucedido y le dice que lo vayan a buscar al ‘negro’. Así le decían a mi papá”, aclaró. Desde la parte de atrás de la sala de audiencias Silvia Sandoval escucha el relato. La historia de esa noche en boca de su hija. La noche en que apenas Rafael le advirtió lo que estaba pasando, salió con lo puesto. La escena que encontró. Los hermanos de Jorge en el zaguán.

“No la dejan entrar en ese momento”, contó Natalia. Lo que sí hizo la madre de Jorge fue sacar de la habitación unas hojitas escritas. “Sin saber estaba recuperando lo único que quedó, al menos para mí, de sus palabras, de su cartitas y de su regocijo y de la felicidad de mi llegada”, dijo Natalia. Doña Pabla, la madre de Jorge, le entregó a Silvia, en un sobre de papel madera, esos escritos de su hijo, al que acababan de sacar de su casa. Hoy son hojas amarillentas. Unas lisas, otras rayadas. Otras hojas cuadriculadas que, posiblemente, cambiaron su destino y pasaron de la carpeta de matemáticas a ser soporte de la poesía. “Porque mi papá era poeta”, dijo con algo que se parece bastante al orgullo, pero que lo supera.

La militancia que une y sostiene

Silvia se fue esa misma madrugada  a la ciudad de Córdoba. Camino a la estación de trenes que funcionaba en la zona de El Bajo, al este de la ciudad, pasó por la casa de una compañera que le prestó una camperita. Silvia sabía que tenía que escapar para preservar su embarazo y su propia vida. Se habían conocido con Jorge en la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO). “Mi papá había empezado a militar desde muy chico. A los 14 o 15 años militaba en el Centro de Estudiantes del colegio y dentro del Centro de Estudiantes Socialistas (CES). Después comenzó a participar de la Organización Comunista Poder Obrero”, contó Natalia.  “Mi mamá venía de militar también en el CES y después militó en el Ardes (una organización socialista tucumana)”, detalló la hija que enarbola la bandera de la militancia.

Silvia y Jorge se pusieron de novios a poco de conocerse. Compartían discusiones políticas, ideales y banderas. “Estaban de novios hacía mucho tiempo y ese mes, el mes de enero pensaban casarse precisamente a raíz de mi llegada”, contó Natalia en una declaración que duró casi una hora. Un 13 de julio nació Natalia. Por razones de salud Silvia había vuelto a Tucumán y aquí dio a luz a la niña. Los padres de Jorge habían hecho todas las gestiones posibles para encontrar a su hijo. Las presentaciones realizadas en el Juzgado Federal a cargo del juez Manlio Torcuato Martínez solo recibieron negativas. Pero a la búsqueda hubo que salir a militarla. Su abuela empezó a encontrarse con otras madres, “con la hermosa ‘Pirucha’ Campopiano, con Faride  de Adris”, enumeró recordando a dos de las primeras Madres de Tucumán. 

    “Mi mamá me regaló infinitamente más libros que muñecas y efectivamente qué hay más subversivo que leer, que pensar, que organizarse, que juntarse.”

— Natalia Ariñez

A esa ‘búsqueda militada’ se sumó Natalia de la mano de su mamá. “Debí de ser muy chiquita porque recuerdo que la veía grandota y no estaría siendo muy alta mi mamá”, soltó a modo de chascarrillo y de referencia. Juntas marcharon por la Plaza Independencia exigiendo aparición con vida. Creció y tuvo que aprender que eran otras las consignas y las exigencias. “Esa misma mujer”, dijo refiriéndose a su abuela, la que presentó hábeas corpus, la que había marchado buscando a su hijo, “cuando yo tenía 25 años me dice que una de las cosas que más lamentaba era sentir que mi papá estaba en algún lugar y ella no lo podía ayudar”. Casi de inmediato soltó: “25 años hacía que lo habían asesinado y ella todavía pensaba que quizás había perdido la memoria y que estaba en algún lugar. Eso es lo más perverso de la desaparición de personas”, sentenció.

La niña que militó sin elegir, eligió la militancia. Juicio y castigo fue su bandera en la agrupación HIJOS donde participa activamente desde hace 20 años. “Tengo más años de militancia que mi papá tuvo de vida”, dijo y el silencio en la sala se hizo más profundo. “Cuando entré a la organización estudiábamos y aprendíamos y entendíamos y leí por primera vez lo que significaba la palabra genocidio”, dijo Natalia y recordó el listado de canciones y de libros considerados ‘subversivos’. “También entendí que en mi casa se escuchaba sólo música subversiva”, agregó. Mercedes Sosa, el Cuarteto Supay, Serrat. “Mi mamá me leía todos los cuentos que otros consideraban que eran subversivos”, continuó. “Mi mamá me regaló infinitamente más libros que muñecas y efectivamente qué hay más subversivo que leer, que pensar, que organizarse, que juntarse”.

Su militancia, su bandera, sus compañeros en estos años de lucha, estaban llenando la sala de audiencias. “Y entendí porque efectivamente los hijos éramos una pieza clave, porque quizás un día si no nos robaban, si no nos sacaban de esos ámbitos, si no nos hacían salir de esos lugares. Si no evitaban que nos canten esas canciones, que nos lean esos libros, que nos cuenten esos cuentos, un día íbamos a estar presentes acá y ese día también había que eliminar”, reflexionó Natalia, la que hoy, al tiempo que ve que al fin los juicios son un hecho, sigue buscando a esos otros hijos que aún no conocen su identidad. “Pero bueno, algunos estamos acá”, concluyó y con su dedo índice señaló a su derecha donde un ‘hijo’ estaba sentado como abogado querellante de sus padres. Señaló a su espalda, donde otros ‘hijos’ sostenían los carteles con los rostros de los desaparecidos. Señaló hacia arriba, a la sala de prensa donde estaban unos, hijos biológicos de sobrevivientes y de desaparecidos y otros, ‘hijos de la misma historia’.

La reconstrucción del cautiverio
FOTOGRAFÍA DE JULIO PANTOJA | AGENCIA INFOTO

“Mucho tiempo después mi mamá se enteró que un sobreviviente lo había visto en el centro clandestino de detención de jefatura”, dijo Natalia con respecto al primer testigo que compartió cautiverio con su padre. En el año 2011 ella misma se entrevistó con este sobreviviente. Juntos recorrieron el edificio al que no se había atrevido a entrar en las primeras inspecciones oculares realizadas en el marco uno de los juicios por delitos de lesa humanidad.  El sobreviviente, José Randace, “no solo es un sobreviviente del centro clandestino sino que era amigo de mi papá”, recordó Natalia.

José y Jorge habían sido compañeros del Instituto Técnico, jugaban juntos el rugby y se habían hecho muy amigos. “Él me contó que lo escuchó en el centro clandestino a mi papá”, dijo Natalia y reprodujo esos recuerdos ante todos los presentes.  “Él recuerda que fue duramente golpeado, torturado, que le preguntaban por personas que conocía, por personas que no conocía. Le preguntaron por los libros que leía y él mencionaba todos los libros que se le venían a la cabeza y aun así era salvajemente torturado”, relató a medida que reconstruía, quizás, el último momento de vida de Jorge. “Recuerda que estaban en un lugar, en un salón donde estaban atados de pies y manos contra la pared, en el piso, vendados y que en un momento escuchó la voz de la persona que estaba a su lado y se dio cuenta que era su amigo Jorge”, agregó.

Jorge jugaba al rugby. Había sido José el que lo había alentado a practicar ese deporte. “Al principio él no quería porque decía que era un deporte de pitucos y que un negrito proletario no tenía nada que hacer ahí”, contó Natalia. Sin embargo Jorge terminó siendo muy hábil en el ruby. Juntos gritaron algunos triunfos. El último recuerdo que José tiene de Jorge fue en ese piso contra la pared en ese salón que se usó para desaparecer personas. “Lo escuchó hablar, después lo escuchó gritar, se dio cuenta que estaba muy torturado, que estaba prácticamente delirando. La llamaba a mi mamá todo el tiempo: ‘Negra, Negra’, le repetía. En un momento empezó a gritar más y más fuerte y en este momento lo recogieron las personas que estaban en ese lugar”, continuó Natalia que cada tanto hacía una pausa como quien se intentaba reponer. “Cuando lo levantan y se lo llevan, José puede ver por debajo de la venda que en el lugar donde estaba mi papá había un gran charco de sangre. Fue la última vez que lo escuchó”, concluyó y con la cabeza en alto y el torso erguido respondió: “Mi papá decía ‘negra, negra no te voy a traicionar’".
El negrito poeta

Inoportuno
Gianino Ramazzotti

Inoportuno hasta para la muerte, te llevaron cuando menos debías irte.
Te llevaron dejando un amor por cosechar, una luna por parir, una revolución por celebrar.
Te llevaron dejándonos sin arte y sin razones.
Se llevaron esa boca torrencial desde donde se llovían palabrazos y poemas, aguaceros de verdades, rayos y adjetivos de tormenta.
Te llevaron con tu enorme carcajada melancólica, con tu estrellita roja, con las uvas verdes de tu Violeta Parra.
Te llevaron llevándose la mejor tristeza, la pena más hermosa, la pasión más militante. Te llevaron dejándonos sin ternura para odiar, sin violencia para amar.
Inoportuno incluso para los regresos.
Nunca esperas hasta la victoria siempre.
Sales de tu tumba de pájaros y vientos y vuelves en un diminuto sueño clandestino. Repartiendo esos mendrugos de utopías que nos dejan seguir sobreviviendo.
Inoportuno vuelve hoy, 40 años después, en mí: tu justicia.

“Mi papá tenía 17 años. Tanto mi mamá con mi familia me cuentan que era un chico muy bueno, alto, grandote, buen mozo. De una de esas sonrisas que iluminan”, dijo Natalia con el rostro sonriente y no hubo dudas que es una de las tantas cosas que heredó de ese hombre. “Era poeta, escribía. Me cuentan que sus profesores de literatura lo alentaban mucho para seguir escribiendo”, sostuvo sin que la sonrisa se le borre y con los ojos cada vez más iluminados.  “Además se presentó a muchos concursos literarios y los ganó, para el orgullo y beneplácito de sus compañeros ‘chupa tuercas’”, destacó. ‘Chupa tuercas’ es la forma en la que se les dice a los estudiantes del Instituto Técnico. “Les llegó a ganar a los chicos de Gymnasium que es otro colegio universitario que tienen más esa formación humanista”, agregó con un tono socarrón haciendo referencia a la histórica rivalidad entre los estudiantes de dos de las escuelas experimentales que dependen de la Universidad Nacional de Tucumán.

La sala explotó en aplausos. El abrazo entre la madre y la hija, largo, profundo, parecía decir ‘gracias’. “Nacimos en su lucha, viven en la nuestra”, se leyó en un gran cartel que los compañeros de militancia de Natalia levantaron. Antes de retirarse, Nati quiso homenajear a su padre, el negrito poeta, militante y luchador. “Inoportuno vuelve hoy, cuarenta años después, en mí: tu justicia”, fue la oración final que agregó al poema. Una ‘licencia poética’ que se tomara en la poesía que un amigo dedicara a Jorge de la Cruz Agüero.

Ultima audiencia Operativo Independencia

Pablo Gargiulo, abogado querellante llevó a sus hijas a la audiencia, para que sepan de sus abuelos

En la última audiencia del año juicio Operativo Independencia, el hecho destacado de ayer fue que el abogado querellante Pablo Gargiulo, quien tenía tres meses cuando secuestraron a sus padres, asistió a la audiencia junto a sus hijas de 7 y 11 años, que de ese modo comienzan a reconstruir la historia de sus abuelos desaparecidos.

El tribunal, integrado por los jueces Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y Juan Carlos Reynaga, ya escuchó más de la mitad de los testimonios relacionados con las 271 víctimas y hasta el momento sólo se concretó una inspección en el ex Ingenio Lules, uno de los que fueron utilizados como centros clandestinos de detención.

Según informó el Secretario del TOF, Mariano García Zavalía en febrero o marzo se puede “terminar con la recepción de la prueba oral e iniciar la de la documentación".

A lo largo de la audiencia de ayer se trató el caso Héctor Gargiulo-Carmen Gómez, padres del querellante Pablo Gargiulo. Ambos fueron secuestrados en la madrugada del 5 de marzo de 1976 por un grupo de policías y permanecen desaparecidos. En la actualidad su hijo, que en el momento del secuestro del matrimonio tenía tres meses, es abogado y querellante de la causa y mediante un permiso especial que solicitó al tribunal sus hijas de 7 y 11 años estuvieron presentes en la audiencia, escuchando la historia de sus abuelos paternos